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En nuestro país es frecuente la asociación de todo aquello relacionado con la venta, con una imagen “negativa”. Puede que hayamos abusado del uso de técnicas agresivas, que nuestro prospecto cuenta ya con un escudo que le protege y le predispone a no estar receptivo frente a cualquier propuesta de valor. Este sentir generalizado ha supuesto dotar de mayor peso específico y tensión al departamento de compras de nuestras empresas, lo que origina un embudo o filtro sobre la entrada de información, sin valorar, por defecto, su interés o no para la empresa. 

Sin embargo y tras todo ello, creo que no somos capaces de frenar o recapacitar y modificar esta conducta, tanto es así que incluso un compañero me confesó el otro día que iba a prescindir de una red social tan interesante como lo es Linkedin, ya que le bombardeaban con acciones comerciales, siendo lo peor de todo que en la mayoría de los casos, ni tan siquiera son mensajes personalizados, sino emitidos por bots. 

Vender es y debe ser la entrega de la información de valor de lo que se ofrece, dirigido especialmente puede ayudar a ese posible cliente, al que previamente debemos a ver estudiado lo suficiente como para saber por qué podría encajarle nuestro servicio o producto. 

Vender no puede ser una ametralladora con la que tiramos al aire munición sin ningún estudio previo, para que alguien se percate de nuestro producto o servicio. Basar nuestra estrategia en esa visibilidad masiva y que otros hagan el trabajo, ya no funciona. Hay sobre oferta de casi cualquier producto o servicio que ofrezcamos. 

Vender, debe pasar de nuevo a ser una oportunidad de mejorar para ti, alago a lo que pistas atención, pues si te lo están ofreciendo es porque tu interlocutor cree que podrá beneficiarte. Vender es ayudar, es actualizar y mejorar. Comprar debe pasar a ser una parte estratégica de tu empresa, y tener buena relación con quien vende debe ser una prioridad, y no al revés como sucede ahora. 

Todos ganaremos con ello.